La ciudad primada de América es un destino que conjuga modernidad con historia y cultura en un guiso que termina resultando delicioso para quienes la visitan por primera vez y para quienes habitan en ella.
¿Qué mejor forma de conocerla más a fondo que jugando a ser turistas en nuestra propia casa?
Lo primero que debemos saber es que, por la situación que vivimos actualmente con la pandemia, existen ciertas limitaciones en servicios y horarios. Por ejemplo, los museos continúan cerrados, no hay actividad nocturna por el toque de queda y, si decides almorzar en alguno de los restaurantes abiertos, tienes que tomar en cuenta las medidas de higiene y prevención en tu salida gastronómica.
La Zona Colonial, declarada por la UNESCO “patrimonio cultural de la humanidad" en 1992, es un lugar mágico para perderse y revisitar nuestra historia.
Por la Calle Las Damas, primera de su tipo en el Nuevo Mundo, hoy caminan locales y turistas a pie, en trencito o en coches tirados por caballos y decorados por artistas plásticos dominicanos de renombre, como Elsa Núñez, Soucy de Pellerano y Cándido Bidó.
Pero tal vez lo más interesante de caminar entre nuestras piedras coloniales, son las historias escondidas entre ellas.
Algo así como mirar los techos de la Catedral Primada de América desde el parque Colón y observar la bala de cañón que disparó una de las embarcaciones de sir Francis Drake y que todavía se encuentra ahí.
La mejor forma de apreciarlo es tomándose un café mientras se está bajo una de las mesas ensombrilladas del “Palacio de la Esquizofrenia" (conocido como “café Conde de Peñalba") justo en la calle.
Este espacio ha sido el preferido de artistas plásticos, intelectuales y poetas, aficionados a la ciudad intramuros. Esto le valió el nombre con que fue bautizado para la posteridad.
La misma experiencia ocurre al recorrer la calle El Conde, arteria citadina convertida en peatonal desde 1989, y encontrarse con las estatuas vivas, los músicos callejeros y la gente que siempre forma parte del paisaje.
Igual que la mayoría de las ciudades de la civilización moderna, Santo Domingo nació y creció a la orilla de un río: el Ozama, que lo bordea de norte a sur, desembocando en el mar Caribe, y que divide en dos la ciudad. Al norte, también está el río Isabela, creando una barrera acuática.
La Zona Colonial es camaleónica. Antes de la pandemia siempre había algo que hacer: ya fuese un concierto de jazz, una obra de teatro en alguna de sus cuatro salas independientes o bailar son los domingos frente a las ruinas de San Francisco con el grupo Bonyé.
De día, puedes ir a conocer las ruinas coloniales y disfrutar de las fachadas de los museos históricos: cuando abran en horario regular, recomendamos visitar el de las Casas Reales (primer tribunal del continente y desde cuyas ventanas puede verse el primer reloj de sol de América y el Faro a Colón, ubicado del otro lado del río Ozama), el Alcázar de Colón, la Casa del Tostado y el más reciente Museo Memorial de la Resistencia.
¡Y no olvidemos que hay varios servicios de alquiler de bicicletas para hacer la experiencia más entretenida! Montar en bici por la Zona será una experiencia muy divertida, además de cardiosaludable.
Al considerar hacer turismo interno, esperamos que estas informaciones te sean de utilidad. Conocer lo nuestro es importante.
Recuerda siempre planificarte para viajar, iniciando por el lugar donde vives. ¡Las posibilidades son muchas!