La gastronomía dominicana es un sector representado principalmente por restaurantes, bares y hoteles, que solo en 2017 aportó en 6.8 % al producto interno bruto nacional. En el marco del libro y plataforma multimedia “Dominicana Creativa. Talento en la economía naranja",
panelistas del sector culinario comparten la mirada de esta dinámica industria de servicios, que estimula la economía y promueve el talento y la creatividad de sus protagonistas.
1. Nostalgia y memoria
La oferta gastronómica actual criolla es la suma de las experiencias de sabor acumuladas en el imaginario colectivo. Y ese sincretismo de vivencias hace que la cocina dominicana esté cargada de
delicias, historia y, sobre todo, de nostalgia, porque hay platos que remiten a recuerdos muy específicos de la crianza y formación de este pueblo. De hecho,
los innovadores de la cocina apelan a esa nostalgia cuando diseñan un menú para rimar con las experiencias gratas grabadas en la memoria de los comensales.
2. Creatividad y tradición
La gastronomía es cultura, y por tanto
herencia y tradición. Y
los chefs actuales tienen el gran reto de abrazar la base de los conocimientos y saberes culinarios heredados de las generaciones que nos preceden, e integrar nuevas técnicas e ingredientes para responder a los nuevos comensales que demandan novedad, pero conservando ese sabor transferido por nuestros antecesores.
3. El cliente exige
República Dominicana está en pleno desarrollo de una gastronomía
marca país y esa evolución incluye sin duda al consumidor, que ha ido aprendiendo y refinándose gastronómicamente. El nuevo comensal se sabe
dueño de sus experiencias y expresa la necesidad de experimentar sensorialmente, lo que impone (e inspira) que los creativos de la cocina se mantengan un paso adelante innovando para complacer las exigencias de los nuevos paladares.
4. Apoyo a lo local
Los ingredientes locales de temporada son vitales a la hora de diseñar un menú. Es evidente cómo suplidores de productos (vegetales y animales) del país están subiendo el nivel en términos de calidad y variedad. Asimismo, disminuye en los chefs y en los consumidores la resistencia a la demanda de ciertos productos de manufactura local, lo que redunda en apoyo y estímulo a lo producido en suelo criollo. Y eso se aprecia en la variada y nueva oferta de delicias de los restaurantes.
5. Educar los paladares
Los chefs, como
innovadores gastronómicos, asumen la responsabilidad de educar a los consumidores e indirectamente a los productores sobre cómo pueden usar los productos locales, cómo los pueden comer; descomponer lo que ya conocen y adaptarlos para crear nuevos platos.
6. Consumo sostenible
Muchos restaurantes se suman a la tendencia del
consumo sostenible, sustituyendo productos importados por ingredientes de producción local, reduciendo así su huella de carbono.
Asimismo, cada vez los propietarios de restaurantes exigen mayores estándares de calidad a los suplidores en términos del manejo de sus productos como de los impactos que estos generan.
7. Un protagonista: el camarero
En términos de servicio y educación al cliente, indudablemente
el protagonista es el camarero. Aunque tradicionalmente subestimado es quien orienta sobre las cualidades que tiene un plato en particular y por qué fue preparado de esa forma para el cliente. En ese sentido, es significativo revalorizar la labor de este trabajador y la importancia de incentivar en su formación.
8. Importancia de las redes sociales
Las redes sociales son la vía por excelencia de comunicación entre los restaurantes y sus clientes. Representan una plataforma para difundir novedades, promover acciones sociales del restaurante, estimular el consumo por lo local y educar a los comensales sobre la gastronomía criolla.
9. Internacionalización
En los últimos años ha crecido una pasión colectiva por la gastronomía dominicana, lo que ha servido de caldo de cultivo positivo para desarrollar estrategias de posicionamiento de la cocina criolla a nivel internacional.
Actualmente, Santo Domingo se reconoce como capital gastronómica del Caribe y el país cuenta con destinos gastronómicos en crecimiento, como Santiago y Punta Cana, que sirven de imán para atraer turismo por su fama culinaria. En ese sentido, urge formar nuevos recursos humanos, desarrollar estrategias de marketing para posicionar las opciones culinarias locales y articular equipos que se encarguen en la aplicación y desarrollo de productos gastronómicos, ferias gastronómicas y rutas gastronómicas.