La
moda sostenible nace con el objetivo de concienciar al consumidor sobre la posibilidad de producir piezas y accesorios, cuyo
proceso de producción respete el medio ambiente, con materiales naturales u orgánicos y técnicas sostenibles, y que vele por las condiciones de los trabajadores a lo largo de toda la cadena de suministro.
Haciendo un poco de historia, si nos remontamos a la época que les tocó vivir a nuestros abuelos o padres, a muchos se les dificultaba comprar algún artículo, probablemente porque no tenían recursos económicos suficientes o la facilidad de trasladarse a otro lugar donde pudieran hacerlo.
Pero sabían de dónde venían las cosas, cómo se fabricaban y un sinnúmero de criterios que les hacía conscientes de cuáles recursos de la naturaleza eran útiles para crear objetos para uso del hogar, vestir o calzar.
Era muy común que las mujeres confeccionaran sus ropas a la medida o iban donde la modista del barrio y, dentro de las solicitudes, una casi obligatoria incluía dejar un margen de tela a los lados y en los ruedos, para ajustar si se cambiaba de peso o de estatura. Lo más usual en muchas familias era que otro miembro menor pudiera después reutilizar la prenda. Sin saberlo, ya estaban aplicando el
concepto de la economía circular.
Hoy en día es todo lo contrario, la mayoría de
las piezas textiles que se fabrican son de usar y botar en un plazo corto de tiempo: terminan en la basura por su mala calidad, pero también porque se ha devaluado su valor en términos de tendencia. Compramos una prenda y, si nos cansamos rápidamente de ella o tiene un pequeño desperfecto, nos deshacemos de la pieza y compramos otra.
El estudio “Moda sostenible: guía práctica hacia un nuevo modelo” recalca la necesidad de que el sector de la moda trabaje sobre procesos más sostenibles, ya que
el 80% del impacto medioambiental que tiene un artículo de moda en todo su ciclo de vida se determina en la fase de diseño, proceso en el que se elige dónde se comprarán los materiales, la toxicidad de los tintes, su capacidad de ser reciclados y el proceso de fabricación.
La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, después del petróleo y por delante, del transporte, la alimentación y la industria manufacturera. Produce más
emisiones de carbono que todos los vuelos y transportes marítimos internacionales juntos, según la ONU.
El 70% de las emisiones de la moda provienen de la producción, en gran parte por el uso de fibras sintéticas; un 22% procede de los viajes de los consumidores para ir de compras; y un 4% del transporte de la mercancía.
Son datos controversiales que otras fuentes del propio sector ponen en duda, aunque sí entienden que la moda debe orientarse hacia un cambio radical.
En esto está, por ejemplo, el
movimiento activista Fashion Revolution, fundado en 2013 y que trata de
reunir y conectar a todos actores de la industria de la moda que pueden hacer realidad un cambio: desde diseñadores, académicos, escritores, líderes empresariales, legisladores, marcas, minoristas, comercializadores, productores, creadores, trabajadores y consumidores de moda.
Su visión es fortalecer una industria de la moda a escala global, que conserve y restaure el medioambiente y valore a las personas por encima del crecimiento y las ganancias.
En esta visión cobra sentido la moda sostenible, que aboga por la reducción de recursos para la producción y la reutilización de los mismos. Además es beneficiosa para la salud, puesto que las prendas ecológicas están hechas con materiales naturales como algodón orgánico, bambú, algas, tencel (fibra celulósica), ortigas, piel de pescado (usada para zapatos y bolsos) y tintes naturales que dan color a los tejidos. Todos estos materiales están
libres de tóxicos y químicos peligrosos, lo que evita alergias e irritaciones en la piel.
Esta corriente no se basa simplemente en el uso de elementos naturales para la manufactura, sino que también pasa por la
innovación en los procedimientos y procesos que son cada vez más eficientes. Cada día hay más personas que se suman a esta práctica de
responsabilidad social individual y prefieren pagar un poco más, si se les asegura que el producto está fabricado de forma respetuosa con el medio ambiente y las personas.
Famosas firmas y casas internacionales de modas han propuesto
reducir la velocidad de sus producciones y el número de colecciones para acercarse a la
moda lenta o slow fashion, apostando por estrategias de moda sostenible y acelerando una tendencia que va contagiando a los
consumidores más jóvenes, especialmente a los de la Generación Z.
En República Dominicana no somos ajenos a estos fenómenos mundiales. De hecho, contamos con emprendimientos de marcas que promueven la sostenibilidad en la moda.
Un caso a citar es el de
Ozeano Swimwear, una firma de dos jóvenes emprendedoras que fabrica
trajes de baño ecológicos, hechos de tela a partir botellas plásticas recicladas, con el fin de
disminuir la contaminación por plástico que termina en los océanos y playas.
Parte de sus ganancias son destinadas a la
Fundación Reef Check para la preservación de los ecosistemas marinos, por lo que estamos ante
un ejemplo de emprendimiento social. Esta empresa resultó una de las ganadoras en la
tercera versión de Impúlsate, plataforma del Banco Popular Dominicano que premia con capital semilla el
emprendimiento de jóvenes universitarios en el desarrollo de iniciativas de negocios con impacto económico, social y ambiental.
Pero no todo es reciclar en moda sostenible, también está reutilizar.
La moda ha sabido transformarse y proponer otras alternativas como la
ropa de segunda mano, que es un fenómeno con tradición, ya que tiene su origen luego de la
Segunda Guerra Mundial. Las primeras prendas reutilizadas datan de la época de
la Gran Depresión, que sumió a las familias norteamericanas en un profundo estado de pobreza, donde el vestir se convirtió en algo secundario, llevando a muchos a cubrirse con harapos y remiendos.
Reutilizar la ropa que otros ya no necesitan permite ahorrar una gran cantidad recursos naturales.
Una variante de esta reutilización es el
Upcycling, que no es más que
confeccionar una prenda a partir de otras que ya existen, usando restos de piezas, residuos y materiales en desuso para crear un producto de mayor valor que pueda usarse nuevamente.
Resultados de una encuesta realizada por la consultora especializada en consumo
Anerca International sugieren que, a medida que las personas aprendan cada vez más sobre el
impacto de la producción textil, mayor será la probabilidad de cambios en las actitudes y conductas.
El público joven busca cada vez más “vivir una mejor vida textil”, y las marcas y los vendedores deberán estar preparados para afrontar ese cambio” y
encontrar fórmulas para saber cómo acercarse a ellos.
La acción de
comprar o vender ropa de segunda mano va más allá de publicar fotografías en Instagram o realizar un bazar o una venta de garaje. Si quieres incursionar en este modelo de negocio o si te interesa comprar y hacer inversiones inteligentes, que te permitan ahorrar y a la vez contribuir a una vida más sostenible en el planeta, te vendría bien saber algunos consejos:
-
Pregúntate si comprarías eso, o si te molestaría sentirte engañado al recibir una pieza en mal estado.
-
Enfócate en lo que necesitas, no compres por comprar, de esta forma evitas la cultura de acumular cosas innecesarias. Recuerda que menos es más.
-
Asegúrate que toda la información necesaria sobre la prenda esté incluida en la descripción, especialmente si realizas la compra o la venta mediante plataformas de comercio electrónico.
-
Verifica que se encuentre lavada, planchada y colgada. Es importante que la ropa pase por un proceso de desinfección, recuperación de la calidad del tejido y que resulte atractiva desde un punto de vista visual para el nuevo comprador.
-
Decide si el precio de la prenda es justo, sobre todo, en caso de que la pieza tenga alguna parte en mal estado, ya que las modificaciones tendrán que ser contempladas y excederá el valor.
Comprar ropa usada o de segunda mano es una
técnica para ahorrar dinero o recibir ingresos, alargando su ciclo de vida útil ayudamos, además, al medio ambiente.
Si quieres
incursionar en el mundo de la moda y quieres contar con un nicho de mercado que te diferencie del resto de competidores, la moda sostenible puede ser tu respuesta.
La
finalidad de la moda sostenible es hacer que las prendas duren más que una temporada, su razón fundamental es perdurar en el tiempo y frenar
el impacto negativo que la moda de usar y tirar está dejando en el planeta y en la sociedad.
Un reciente informe de la consultora McKinsey afirma que no se puede negar que
la industria de la moda ha contribuido en gran medida al cambio climático y la pérdida de biodiversidad, lo que significa que
los esfuerzos de sostenibilidad del sector textil son fundamentales para la salud de nuestro planeta. Especialmente, esto será crítico durante la década decisiva en la que nos encontramos, donde veremos una
revolución de la moda por apostar hacia modos de producción de manera sostenible.
Como consumidores tenemos que ejercer una posición activa: está en nuestras manos ser compradores conscientes y coherentes, abrazando
nuevos hábitos en los que la calidad y la ética se destaquen por encima de la cantidad.
Súmate a esta corriente, haciendo pequeños cambios minimizaremos el impacto ambiental y el planeta nos lo agradecerá.