En los últimos tiempos tanto en clases, entrevistas y conversaciones, he escuchado repetidas veces lo siguiente: -“¿pero tú eres actriz de cine o actriz de teatro?”, “¿crees que debo estudiar teatro o cine para ser actor?, “¿los actores de teatro pueden hacer cine?”, “¿los actores de cine pueden hacer teatro?” y solo tengo una respuesta: “EL ACTOR ES ACTOR DONDE SEA”, no hay tal cosa como un actor de cine y un actor de teatro, el buen intérprete, el actor, llega con su cuerpo y su alma listos para interpretar donde sea, hasta en un parqueo, la esencia siempre está, lo único que cambia es el escenario, por esto aquello de “el arte de los actores”, contamos una historia donde sea y como sea, adaptamos nuestros cuerpos y voces entrenados a un gran escenario o al más corto de los planos cinematográficos, nuestro oficio es el de dar vida y sentir.
Para todos los que quieren ser parte de esta maravillosa aventura de dar vida, lo primero que debo decirles es que básicamente no existe diferencia entre la interpretación para cine o teatro así que pueden estudiar lo que quieran. Yo particularmente empecé por el teatro que es mucho más completo, más interesante para el estudiante, conocer los clásicos, leerlos, interpretarlos, saber el origen de todo esto, adentrarse en las diferentes técnicas y métodos, entrenar su cuerpo, su voz, la disciplina, actitud personal y profesional se consigue en el teatro. Luego, llegar al cine es mágico, es un gran paso para el actor, contener toda esa energía que sabemos derrochar en escena y aprender a administrarla plano por plano, toma por toma……. ¡eso si es pura magia! Con un denominador común: un buen actor, de esos que nadan en todas las aguas y son memorables, en cualquiera de los escenarios cuentan una historia, dan vida con su talento y entrenamiento, pero, aunque la interpretación tenga la misma esencia, siempre debemos de tomar en cuenta algunos tecnicismos.
Sabemos que en el teatro la interpretación de un actor gira mayormente en torno al cuerpo, la voz y por supuesto, las emociones. En el cine la cara es el elemento clave, y si nos preguntamos ¿por qué? la diferencia es la ubicación de la audiencia. En el teatro el público puede encontrarse a muchos metros de distancia del actor y aun así debe poder ver, oír y entender la obra con claridad, por lo que el actor debe interpretar siempre para la última fila. El resultado del trabajo de un actor es una interpretación amplificada de la realidad a través del cuerpo y la voz. Es como dice Arthur Miller “El teatro es tan infinitamente fascinante, porque es muy accidental, tanto como la vida”.
Por el contrario, en el cine tenemos cámaras y micrófonos que te ven y escuchan. La interpretación de un actor, por tanto, debe ser mucho más natural y tiene que actuar acorde a la distancia que mantiene con el resto de personajes en la escena, como si fuera la vida real, menos que más, pues la iluminación, música, efectos y otros elementos audiovisuales realzan ya de por sí su interpretación.
La energía en teatro tiene que dirigirse hacia el público, a través de grandes gestos visibles y una voz con suficiente proyección y vocalización. Tu objetivo es hacer todo más grande sin sobreactuar o no ser creíbles, aunque muchos pequeños detalles que acompañan nuestra interpretación no sean perceptibles.
El cine proyecta una imagen mucho más definida y con más detalles. Un primer plano ocupa toda la pantalla, con lo cual la interpretación varía. En este caso la cara debe ser tu arma, y en especial tus ojos: saber transmitir con ellos es importantísimo, los pequeños gestos y tics faciales, temblores o movimientos muy sutiles para hacer creíble al personaje. La voz será mucho más natural que en teatro, puesto que habrá micrófonos y no necesitarás proyectar.
Así como estos, hay miles de ejemplos y diferencias técnicas entre el cine y el teatro, con un denominador en común: EL ACTOR. Este debe descubrir dónde se siente más cómodo.
Son dos mundos fantásticos de explorar, no por las diferencias técnicas que ya conocemos, sino por las formas únicas que nos regalan a los intérpretes para poder contar una historia.
Cuando estamos en el teatro, tenemos una audiencia cautiva, siguiendo la historia en vivo de principio a fin y quedamos en la memoria de esos espectadores para siempre, pero solo de los que estaban en la sala de teatro.
Cuando hacemos cine nuestros personajes son tan íntimos y tan cuidados que cada pequeño detalle cuenta: nuestra respiración, los silencios, todo está pasando, estamos sintiendo, procesando, pero siempre conscientes de que será un trabajo enriquecido por muchísimos elementos y que el resultado quedará PARA SIEMPRE. Como bien dice Federico Fellini: ´´Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un gran sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador”.
Por esto y por muchas cosas más es que siempre le digo a los actores, DISFRUTEN, ENTRÉGUENSE, DEJEN LA PIEL Y PARTE DE SU ALMA EN CADA INTERPRETACIÓN, ENTRÉNENSE, LEAN, RÍAN MUCHO, LLOREN MUCHO, el escenario no importa, siempre estamos cuidados por grandes equipos que quieren que las cosas funcionen. Nuestro oficio, ES EL OFICIO DE SENTIR.