Las ciudades apenas cubren el 2% de la superficie del planeta y aun así juegan un papel fundamental en el mundo actual, porque tienen la capacidad de abordar temas de impacto global como, por ejemplo, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.
Muchas urbes en el mundo han mostrado liderazgo para desarrollar soluciones innovadoras orientadas a la resiliencia climática, ecológica y social. Sin embargo, también es cierto que solo 25 megaciudades son responsables del 52% de la emisión urbana de gases de efecto invernadero, como señala el Foro Económico Mundial.
António Guterres, secretario general de la ONU, expresó que 2021 es el año para que la humanidad se "reconcilie con la naturaleza".
Científicos han alertado de que el 70% de las enfermedades que padecemos obedecen a los desequilibrios que sufren los ecosistemas, debido a la actuación del hombre.
Las ciudades pueden contribuir significativamente a reducir la pérdida de biodiversidad a través de políticas de uso del suelo, de gestión de residuos, de impulso de un estilo de vida más saludable y resiliente entre sus habitantes.
Las reservas naturales, los parques urbanos y las áreas verdes, contribuyen a mantener la vida silvestre natural, además de brindar beneficios para la salud física y mental de sus pobladores, como son los casos del Parque Mirador Sur en Santo Domingo o el Jardín Botánico de Santiago de los Caballeros, entre otros espacios verdes que van más allá de la recreación.
Otro aspecto importante es que las ciudades cuenten con el respaldo de entidades o actores civiles que ayuden con la implementación de tecnologías innovadoras y los mecanismos financieros que fomenten las inversiones públicas y privadas, como el reciente remozamiento del Parque Mirador Sur, fruto de nuestra alianza con la Alcaldía del Distrito Nacional, en apoyo a proyectos relacionados con la preservación de la biodiversidad urbana.
Este tipo de coalición sienta las bases necesarias para brindar a los encargados de la toma de decisiones la confianza para actuar en función de las mejores prácticas y realizar inversiones con un enfoque integral y soluciones responsables.
El uso intensivo de las nuevas tecnologías en el entorno urbano es también otro de los pilares sobre los que debe asentarse la ciudad del futuro, promoviendo modelos de smart cities o ciudades inteligentes, que utilicen las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como herramientas claves para mejorar sus servicios tradicionales, optimizando la gestión de los recursos mediante la información viva que proporcionan las plataformas tecnológicas conectadas a la nube y entre sí.
La iniciativa MCR2030 (Making Cities Resilient 2030) ha publicado un documento, con el que se busca promover la gestión de riesgos, impulsar la innovación y la inversión, para garantizar ciudades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles de cara a 2030, contribuyendo directamente al logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 (ODS 11), Ciudades y Comunidades Sostenibles.
Esta iniciativa de carácter global está impulsada por el Grupo de Liderazgo Climático (C40 Cities), Gobiernos Locales por la Sostenibilidad (ICLEI), la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC), la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), la Red de Ciudades Resilientes (RCN), Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HABITAT), la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), el Banco Mundial, el Consejo Mundial en Datos Urbanos (WCCD) y la participación de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) como Secretariado.
Resumiendo algunos puntos, el reporte concluye que una ciudad es resiliente tiene la capacidad de reinventarse cuando:
- Hay un liderazgo sólido y coordinado, en el que las responsabilidades de los actores están claramente definidas.
- La planificación urbana se lleva a cabo sobre la base de informaciones actualizadas sobre los riesgos que puedan afectar su desenvolvimiento.
- Se identifican y vigilan los ecosistemas naturales de la ciudad (animales y vegetales) con el fin de preservarlos.
- Existe un plan financiero adecuado para respaldar las acciones que contribuyan a mejorarlas.
- Se refuerza la conexión social de sus miembros a través de canales comunitarios.
- Existen estrategias para modernizar y conservar las infraestructuras, con el fin de garantizar su continuidad y hacer frente a los peligros ocasionados por los fenómenos de la naturaleza.
La protección de los ecosistemas urbanos no solo debe verse como parte de una agenda verde, sino más bien como un motor que promueve la prosperidad humana y la creación de empleos, donde existe un gran potencial de desarrollo sostenible, promoviendo esquemas de economía circular en la ciudad.
Pero no todo termina cuando se cumple con el postulado de la cultura 3R: reducir, reutilizar y reciclar.
Thomas Lindhqvist, ministro de Medio Ambiente de Suecia en 1990, introdujo el término responsabilidad extendida, definida como “un abordaje de política ambiental en el que la responsabilidad de un productor hacia un producto se extiende a la etapa posterior al consumo del ciclo de vida del mismo, lo que procura extender el ciclo de la responsabilidad social, obligando a los fabricantes a organizar y financiar la gestión de los residuos derivados de sus productos".
Recientemente en nuestro país se emitió el decreto 320-21 que contiene el Reglamento de Aplicación de la Ley 225-20 sobre Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos, elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el cual contempla una visión global que permite aprovechar y disponer de forma adecuada y segura de los residuos sólidos en el país.
La integración de las consideraciones ambientales de manera efectiva permite entornos más humanizados, un desarrollo social y económico más amplio e inclusivo, la reconstrucción de la naturaleza, la promoción para la calidad del aire, el cambio de patrones de consumo individuales y colectivos, el fomento del transporte y las viviendas sostenibles, las infraestructuras de energía limpia y otras medidas que se traducen en equilibrio y bienestar para los munícipes.
Si queremos que nuestras ciudades sean lugares sostenibles y que nos beneficien como individuos, te compartimos estas acciones que podemos llevar a cabo desde la esfera personal y familiar, porque toda contribución, por pequeña que sea, suma:
- Apaga las luces y desconecta aparatos electrónicos que no se estén usando.
- Reduce residuos y sepáralos de forma adecuada.
- No dejes griferías abiertas.
- Consume productos locales.
- Lleva a la compra tu bolsa reutilizable para evitar usar bolsas de plástico.
- Recicla productos usados de papel, plástico, vidrio y aluminio.
- Promueve los huertos urbanos en tu entorno.
- Restringe las salidas en auto si vas a recorrer distancias cortas.
- Muévete en vehículos de transporte sostenible.
- Respeta las normas en las áreas protegidas, donde coexistan flora y fauna.
Hay muchas formas para reducir tus emisiones de CO2 y disminuir tu huella de carbono en la ciudad. Solo debes comenzar a dar el primer paso.
En la medida en que participemos de la ciudad como agentes de cambio, asumiendo un compromiso integral como miembros de la sociedad civil, fortaleceremos la capacidad de respuesta de las instituciones para hacer frente a los eventos críticos que puedan acontecer en una urbe.