El gran científico, inventor y político estadounidense Benjamín Franklin decía: “Si me lo dices, lo olvido; si me lo enseñas, lo recuerdo; si me involucras, lo aprendo".
Y esta frase aplica perfectamente a la estrategia que los padres podemos ejercer para que nuestros hijos pequeños aprendan educación financiera, un conocimiento y una habilidad blanda que les ayudará a crecer, a madurar y desarrollarse como individuos responsables.
Hoy día la efectividad del aprendizaje basado en juegos está fuera de toda duda. Es una herramienta que involucra a las personas de forma activa en un proceso educativo y logra cambiar sus conductas, precisamente, porque participan como actores protagonistas de ese proceso.
Si lo llevamos al terreno de la educación en finanzas personales para los pequeños de la familia, les ayudaremos a crear una cultura financiera robusta, preparándoles para afrontar el futuro, así vivan durante épocas de vacas gordas o flacas.
Entendamos que la educación financiera es educación para la vida y está en nuestra mano facilitársela a nuestros hijos.
¿A quién no le hubiera gustado saber de pequeño la importancia de hacer un presupuesto en el hogar, de ahorrar con propósito, de planificar los gastos, de soñar con proyectos de crecimiento futuro?
Quizá a muchos de nosotros nos dijeron: “Ahorra por si acaso", “Arrópate hasta donde te dé la sábana", “Guarda pan para mayo…",".
O tal vez escuchaste eso de “Niño, con el dinero no se juega". En todo caso, eran frases que, en la mayoría de las ocasiones, no logramos comprender en nuestra niñez.
El paradigma del juego como herramienta de aprendizaje
Bien, cambiemos entonces el paradigma: pasemos de “con el dinero no se juega" a “con el dinero podemos jugar para educar".
Manos a la obra: te proponemos aquí algunas acciones para practicar en familia con tus hijos e inculcarles los fundamentos de una buena educación financiera.
1. Enséñales que ser productivos nos hace felices.
El dinero no lo es todo en la vida, pero a nadie le amarga un dulce. Es satisfactorio ganar dinero por realizar un trabajo bien hecho.
Enséñales el valor del dinero y, especialmente, que no crece en los árboles o surge por arte de magia. ¿Cómo hacerlo?
Recompensa a tus pequeños con una asignación monetaria semanal, siempre que cumplan con sus responsabilidades de dedicación una tarea del hogar adaptada a su edad. Evita tareas que deberían ser parte de su rutina familiar como poner o quitar la mesa u ordenar su cuarto: eso es su obligación y no un trabajo extra que deberías remunerar.
¿Qué puedes hacer? Por ejemplo, si tienes una mascota, pueden encargarse de bañarla, de ponerle su comida, de sacarla de paseo. Otras ideas factibles son atender a sus hermanos más pequeños o ayudarles con sus deberes, regar las plantas del balcón o del jardín, colaborar en el fregado y secado de la loza.
Cada hogar tendrá su propia dinámica, pero trata de que los niños lo sientan como un reto y una actividad divertida, en la que van cumpliendo etapas durante la semana. En ese sentido, elimina las recompensas inmediatas.
Es recomendable que plasmes esas responsabilidades en un cuadro o mapa visual, donde los niños puedan ver su evolución diaria.
De este modo, verán de forma positiva que el trabajo dedicado es más que una obligación: nos completa como personas y nos hace más felices. Y además les pagan por hacerlo bien.
2. El ahorro es la base de todo.
Es la gran enseñanza que puedes dejar a tus pequeños. Siempre se puede ahorrar, no importa el nivel de ingresos. Esta es la base para que se transformen en ciudadanos financieramente responsables.
El dinero ganado debe tener el propósito claro para los niños, un para que recibió ese dinero.
De esa asignación semanal que lograron obtener, pídeles que guarden un porcentaje, por ejemplo, el 10% de lo asignado. Si lo logran, tú eres el banco que les retribuirá un interés por sus ahorros.
Explícales que, por cada semana que mantengan su dinero ahorrado, tú añades a su fondo un porcentaje adicional, que será más alto a medida que aumente el saldo de ese monto.
Así aprenden sobre el interés compuesto, es decir, que pueden ganar intereses sobre los intereses acumulados. Comprobarán cómo su dinero crece más rápido si lo dejan intacto en su alcancía.
Es una lección de vida para que vean que la constancia y la disciplina son los fundamentos para construir el hábito de una buena cultura del ahorro.
Más adelante puedes invitarles a abrir su primera cuenta de ahorro infantil y explicarles que es el gran inicio para una vida bien planificada.
Si son adolescentes, habla con ellos del mundo de las inversiones y de las opciones que brinda el mercado de valores para empezar a construir un patrimonio.
¿Por qué no abrir una cuenta de corretaje? Para ello, acércate con tu hijo a un puesto de bolsa. Podrá empezar a invertir sus ahorros en instrumentos del mercado, como un fondo de inversión o un bono.
Contacta con los especialistas de Inversiones Popular, que te pueden aconsejar adecuadamente sobre esto. Te pedirán el acta de nacimiento del menor y la cédula del tutor o tutores legales. La inversión saldrá a nombre del adolescente, aunque los movimientos de compra y venta de los títulos tendrán que hacerlos los tutores legales hasta que el menor cumpla su mayoría de edad.
3. Haz que pongan propósito a sus ahorros.
Ahorrar por ahorrar es una estrategia débil, que puede verse derrotada pronto por falta de voluntad, olvido y cualquier capricho que se les cruce en el camino. Ahorrar siempre va con un apellido: ¿ahorrar para qué?
Por eso, es fundamental explicarles que el ahorro debe tener un propósito. O mejor, varios propósitos, a corto, a medio y a largo plazo.
Para eso, entrega a tus hijos diferentes alcancías y que escriban en ellas sus propósitos como ahorradores. Trata de que sean propósitos con diferentes plazos. Por ejemplo, ir al cine y comprar dulces y cocalecas, adquirir un videojuego o ahorrar para tener una bici nueva.
Intenta estrategias para que puedan visualizar sus metas financieras. Puedes ir viendo con ellos precios en Internet de aquello que quieren o, mejor todavía, puedes dibujar juntos el bien que quieren adquirir: “Pintemos la bicicleta de tus sueños". Quizá hasta puedes darles permiso para que la dibujen en la pared de su cuarto.
Un propósito interesante para ellos puede ser ahorrar una parte para ayudar a otros. Esto fomenta su sentido solidario y empático. En tal caso, deberías recompensarlos si deciden hacer ese esfuerzo extraordinario con una sorpresa inesperada. Sugerencia: duplica su fondo para la bicicleta.
4. En finanzas, la organización es clave.
Un buen consejo para compartir con ellos es hacerles ver la importancia de una correcta administración financiera.
Proporciónales una libreta donde anoten los ingresos y los egresos, junto a su fecha. Si tienen que disponer de parte del efectivo de su alcancía, pídeles que lo registre; igual para cada entrada de dinero.
Instala en lugar visible de la casa una pizarra donde tú vas anotando el saldo de su fondo semanalmente y el precio de los diferentes bienes que desean comprar. De esta manera, los niños comprenden cómo los movimientos en su cuenta afecta para alcanzar sus propósitos.
Por supuesto, celebra los logros si el saldo se incrementa, por ejemplo, cuando algún familiar les regala algún dinero y ellos lo ahorran: una noche de pizza, un pijama party o un pasadía en la playa les ilusionará y, además, les seguirá motivando a continuar hacia su meta.
5. Involúcralos en las finanzas del hogar.
Así como tú quieres que ellos pongan propósito a sus ahorros, habla con tus hijos de los propósitos de la unidad familiar y sé transparente con los gastos que acarrea sacar un hogar adelante.
A lo mejor el sueño de la familia es comprarse una casa. Explícales el sacrificio que eso significa en términos de ahorro y qué estrategias están siguiendo como familia para ver cumplido ese propósito: tal vez, has decidido reducir las salidas a comer o las estancias en la playa para ahorrar ese dinero para el apartamento.
Si algo se estropea en la casa o hay que hacer una reparación, cuéntales cuánto cuesta. Anota todo eso a la vista de todos. Puedes realizar la práctica de la pizarra de la que hablábamos antes también para la familia, ¿por qué no?
En la compra semanal, hazlos partícipes de la lista del supermercado y, si te es posible, déjalos que te acompañen y elijan ellos los productos, comparando precios. Esto puedes convertirlo en una dinámica que luego les retribuyes con un incremento en sus ahorros, por ejemplo.
En todo caso, fomenta como un juego que aporten sus ideas para ahorrar y cumplir con los propósitos de la familia. ¿Por qué no repasas con ellos estos 21 hábitos de ahorro para lograr una vida sostenible? A lo mejor descubren juntos qué más pueden incluir en su convivencia familiar
6. ¿Y cómo les enseñamos a manejar las deudas?
Vivir con deudas es una realidad que todos deben aprender a manejar. Y lo mejor es empezar desde pequeños a educarse en el buen uso del crédito.
Enséñales que hay deudas buenas, que te permiten crecer en lo personal y en tu patrimonio, y deudas malas, que se van en consumos que no cubren ninguna necesidad de largo plazo y son, la mayor parte de las veces, un capricho pasajero.
Para esto, establece reglas para que aprendan a medir sus impulsos. Por ejemplo, si se antojan de algo no planificado y que no aporta a su educación o desarrollo, explícales que les puedes prestar ese dinero, pero que luego verán descontado el monto en sus próximas asignaciones o no tendrán pizza o salida al cine durante N cantidad de veces, equivalente a “la deuda que tienen que devolver".
A lo mejor te suena duro, pero así funciona la vida y, con el tiempo, los niños asumirán que todo tiene un precio y comprenderán a controlarse y a diferenciar entre necesidad y deseo no planificado.
7. Cultura emprendedora.
Los niños de hoy tienen alma emprendedora. Su inclinación por el emprendimiento está, en líneas generales, más desarrollada que en generaciones anteriores.
Es posible que sea por necesidad, ya que los Z forman parte de una generación que en su corta vida ha enfrentado dos crisis económicas mundiales y, además, no tienen tanto interés en mantener empleos para toda la vida.
Aprovecha esto para inculcarles conceptos de cultura empresarial, con actividades sencillas. ¿Les apetece hacer galletas o brownies? Háganlos con el propósito de venderlos después entre familiares, aun sea de forma simbólica.
Eso sí, recuerda que la responsabilidad del proyecto emprendedor no es tuya: son los niños los que deben decidir qué tipo de bizcocho cocinar y tratar de venderlo. Si se equivocan, que no sea un drama: del fracaso también se aprende.
Puedes también jugar con ellos a juegos de mesa que fomentan este lado emprendedor: por ejemplo, el famoso Monopolio o cualquiera de sus variantes. Hay también videojuegos para aprender a administrar las finanzas como Celebrity Calamity o Bite Club.
Busca todas las formas para sembrar en ellos la semilla emprendedora y se verán a sí mismos como motor del cambio, personas responsables y proactivas, capaces de hacer que las cosas sucedan.
La educación financiera en los niños cambiará su vida como adultos. Así que aprovecha cada oportunidad que tengas para enseñar a tus pequeños la importancia de administrar el dinero.
Nuestra misión como padres es darles las herramientas necesarias para convertirlos en seres independientes en todos los terrenos, incluido el financiero. Con el tiempo, al educarlos mediante juegos y estrategias de rol en finanzas, verás resultados muy positivos que mejorarán la armonía de tu hogar.