En apenas tres décadas, la población humana habrá incrementado su número hasta superar los 9,700 millones de personas sobre la Tierra. ¿Cómo se alimentará tanta gente?
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) predice que será necesario producir anualmente 1,000 millones de toneladas más de trigo, arroz y otros cereales, y 200 millones más de toneladas de carne para satisfacer esa demanda.
Eso significa un incremento del 70% en la producción alimentaria mundial en treinta años. Pero para lograr tal magnitud solo habrá disponible, como mucho, un 5% más de superficie cultivable sobre el planeta.
Y teniendo en cuenta, además, que la FAO proyecta que en las próximas décadas, debido a los efectos del cambio climático, muchas zonas de cultivo se verán profundamente afectadas en sus rendimientos.
¿Cómo vamos a lograrlo entonces? La tecnología viene en ayuda de la agroindustria.
Será necesaria una profunda reconversión de los métodos de producción agraria y ganadera tradicionales y entrar en la era de la agrociencia digital.
Robots, Inteligencia Artificial, big data, realidad extendida, computación en la nube, drones, biotecnología son escenarios cada día más propios para la producción agrícola y ganadera.
En el mundo se va asentando, poco a poco, la revolución de la agricultura digital, la única solución posible para solventar el desafío de dar de comer a más de 9,700 millones de almas de forma sostenible.
Esta revolución agrícola será, probablemente, el mayor salto disruptivo de la industria agroganadera desde que el hombre descubrió cómo cosechar alimentos vegetales y cuidar de sus animales hace unos 12,000 años, en el Neolítico.
Cierto es que la agricultura ha vivido grandes momentos de transformación, como su mecanización a principios del siglo XX, la introducción de los fertilizantes químicos y cultivos más resistentes a las plagas desde las décadas de 1960 y 1970, hasta la extensión de los cultivos genéticamente modificados, ya iniciando el siglo XXI.
Sin embargo, el auge de las tecnologías exponenciales aplicadas al agro y a la actividad ganadera abre un cambio de paradigma. Sensores, recolección de información, rastreo, análisis y automatización para mejorar las operaciones del campo serán la norma.
El productor dejará de depender en una gran medida de los elementos externos que no controla, porque los avances tecnológicos parametrizarán los detalles del ciclo de vida de un cultivo o un animal, en toda la cadena de valor, hasta llegar a la mesa del consumidor final.
Solo en 2014 la agroindustria en el mundo invirtió más de US$6,400 millones en software, robótica, tecnología para irrigación y otras infraestructuras tecnológicas, según el AgTech Investing Report. Desde entonces el crecimiento ha sido constante y para finales de 2020 esa cifra se proyectaba en más de US$30,500 millones.
Ni siquiera los embates de la pandemia por la COVID-19 ha frenado el auge de las inversiones tecnologías en la agroindustria.
La República Dominicana también está dando sus pininos en todo esto. En 2019, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó, por ejemplo, los resultados del Programa de Apoyos a la Transición Competitiva Agroalimentaria, que dotaba de ayudas a los productores para contar con tecnología de irrigación, entre otras cosas.
Ejemplos concretos hay varios, pero destacamos el emprendimiento Delta Agroindustrial SRL, un productor en invernadero hidropónico de vegetales y legumbres, que solo utiliza el 10% del agua que que usa la agricultura tradicional, ofreciendo productos orgánicos y no modificados genéticamente (Non-GMO). Se trata, por tanto, de una producción sostenible, que produce hasta un 60% más que un cultivo tradicional en la misma cantidad de terreno.
También en tiempos recientes estamos viendo como proliferan las ofertas de plataformas de e-commerce directo, del productor al hogar, eliminando intermediarios.
Agricultura controlada al milímetro
Cuando hablamos de esos cambios radicales en la agricultura, estamos hablando de agricultura de precisión, un modelo que detalla milimétricamente cualquier condición del terreno o del clima para asegurar una mayor cosecha al menor costo de producción posible.
Una variada red de soluciones tecnológicas alertará a los productores desde la acidez del suelo, el tipo de nutrientes, las variaciones históricas del clima en esa zona particular, hasta las clases de cultivo más idóneas o el momento ideal de la siembra o la cosecha.
Con la ayuda de drones y GPS, conectados al Internet de las Cosas, el granjero tendrá a su mano toneladas de información para tomar la mejor decisión en el período más adecuado.
Al igual que la agricultura de precisión, también está la ganadería de precisión, donde las cámaras, los micrófonos, los sensores de patógenos y de movimiento controlan la salud, el bienestar y el manejo de los animales.
Cultivar plantas y animales en rascacielos
Cuando hablamos de cultivar, no solo hablamos de hacerlo literalmente en el suelo.
Una de las tendencias de la agrociencia que más rápidamente se está desarrollando es el fenómeno de las granjas verticales o cultivos de interior en edificios altos, al estilo de los rascacielos: aquí dentro, mediante métodos de agricultura hidropónica, las plantas crecen sin necesidad de contar con un suelo agrícola, simplemente con agua y disoluciones minerales.
Estos grandes invernaderos albergan en sus pisos inferiores factorías de acuicultura, donde los peces se desarrollan para su posterior venta, en tanto el agua en la que viven se redirige a los cultivos hidropónicos para regar gota a gota las plantas. Hablamos aquí de acuaponía. Todo, por supuesto, en un ambiente 100% controlado por el algoritmo.
Si, en términos generales, la agricultura consume el 70% del agua dulce mundial, según datos del Banco Mundial, la agricultura de interior reduce el uso del agua en más del 90%, solucionando la escasez de este recurso vital para la vida.
Adicionalmente, muchas de estas instalaciones de cultivos de interior en vertical se alimentan con energía limpia, de fuentes renovables, consolidando un modelo de economía circular.
Se calcula que hay unas 1,300 empresas en este sector de la agricultura vertical, que utilizan de forma intensiva la innovación digital para mejorar y optimizar la producción de alimentos en espacios interiores a escala global.
Otros avances interesantes, apoyados en el desarrollo exponencial de la biotecnología, lo vemos en la carne de laboratorio o cultivos de células in vitro de ganado, que permiten desarrollar piezas de carne a partir de células de fibras de músculos. Ya hay varias empresas que comercializan los primeros prototipos de estas carnes artificiales.
La empresa MosaMeat, por ejemplo, calcula que de cada célula madre de vaca pueden obtener hasta 10,000 kilos de carne. En términos de impacto ambiental, esto supone un gran beneficio. En 2009, el Worldwatch Institute de Washington indicó los efectos ambientales que provoca la ganadería:
- Criar y procesar ganado genera el 51% de las emisiones de gases de efecto invernadero
- Usa el 80% de la superficie agrícola del mundo
- Se alimenta con el 40% de la producción mundial de cereales
- La producción de carne consume el 10% de los recursos hídricos del planeta
- Las flatulencias del ganado representan casi el 14,5% de todas las emisiones
La producción de carne cultivada requiere un 90% menos de agua y hasta un 60% menos de energía. Mención aparte, la reducción del sufrimiento animal: hay estimaciones que dicen que con las células extraídas a un cerdo se evita el sacrificio de 400 animales en un año.
Además de la carne sintética, los esfuerzos de los científicos van más adelantados con las carnes basadas en proteínas vegetales, la alimentación con algas o el desarrollo de alimentos con proteína de insectos.
La carne 100% vegetal es ya una realidad que vemos en nuestros supermercados, con líderes indiscutibles como Beyond Meat o Impossible Foods, una compañía estadounidense cuyas carnes veganas están presentes en más de 7,000 restaurantes en el mundo, entre ellos, las cadenas de hamburguesas McDonald's y Burger King.
Hay todo un mundo por desarrollar a través de la ciencia en cuanto a nuevas propuestas alimenticias.
Seguridad alimentaria
En términos de seguridad alimentaria, hay otro gran desafío que la humanidad debe lograr. La FAO indica la importancia también de reducir las pérdidas de alimentos en la cadena de valor.
Se calcula que el 14% se pierde del camino de la granja al mercado y otro 16% se desecha y se bota. Esto supone casi un tercio de la producción alimentaria mundial.
Así que, además de procurar impulsar la producción, es necesario crear mecanismos más eficaces para reducir el despilfarro de comida. Más eficiencia del suelo al cultivo y del cultivo a la mesa. La Inteligencia Artificial y el aprendizaje automático juegan aquí un rol fundamental para producir más inteligentemente con menor uso de recursos y hacer llegar la correcta cantidad de productos frescos a los consumidores de manera continua.