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- Salga temprano de su casa para que no empiece a desesperarse en los tapones o por tener que estar dando vueltas por todos lados en busca de un parqueo. Esto nos estropea el estado de ánimo causándonos
tanta ansiedad por llegar que en nada favorece el espíritu lúdico que debemos mantener ante la expectativa del disfrute de la función. Últimamente para ir a ciertos lugares, si ando sola, prefiero hacerlo en taxi. Así,
quedándome en la misma puerta, gano tiempo a la vez que me cuido evitando desplazamientos por zonas mal iluminadas y desprotegidas, amén de no exponer mi vehículo al vandalismo que nos azota en estos tiempos.
- Llegando a tiempo, podrá entrar al baño aún cuando no tenga muchas ganas, para evitar tener que pararse en medio de la función, perdiéndose parte de la trama, y molestando a la fila entera para pasar. Esto sin contar que en una sala oscura, los riesgos de
caída al tropezar con los escalones, son bastante altos.
- Cuando escuche las tres llamadas que suelen hacerse antes del inicio del espectáculo para advertirnos del tiempo que nos queda para acomodarnos, no se quede en el bar o charlando en el lobby, para no generar aglomeración en los pasillos, retrasando o perturbando el inicio de la función.
-Si para tener acceso a su asiento, debe pasar por delante de los espectadores que ya están en los suyos, hágalo siempre dándoles el frente: nunca de espaldas poniendo nuestras asentaderas prácticamente en sus caras. Tenga también cuidado de no pisarlos o tumbar objetos que han puesto en el suelo, como bultos o carteras.
Siempre excúsese por la molestia y pídales que le abran paso de una manera amable.
- Si lleva sombrero o peinado muy alto (yo acostumbro a usar ambos), tenga la generosidad de no sentarse muy erguido, para no obstaculizar demasiado la visibilidad de los demás. Lo mismo ocurre si es de alta estatura.
- Si es de las personas que después de la función salen a cenar, procure merendar algo en su casa o en el bar del teatro (ojo, no todos tienen) antes de entrar a la sala. A veces estamos acostumbrados a cenar temprano y durante la representación comenzaremos a sentir tanta hambre, que por más que nos esté gustando lo que ocurre en el escenario, solo desearemos que acabe pronto para ir a comer. Yo siempre pongo
en la cartera algún tipo de merienda (snack) como bolsitas de frutos secos o barritas de chocolate. Para no producir ruido al destaparlas, como suele pasar con este tipo de empaques, (en un patio de butacas se eleva a la quinta potencia), las llevo en envases plásticos que no suenen al destaparse y que permitan su ingesta de manera más discreta.
- Siempre tenga a mano algún caramelito, goma de mascar, o esos refrescadores de aliento que vienen en estuches pequeñitos para bolsillos y carteras. Además de mantener su boca libre de la sensación de resequedad y mal gusto por el hecho de pasar alrededor de hora y media sin hablar, lo salvará en caso de un ataque de tos, de esos que dan en los teatros aunque no estemos padeciendo de gripe o problemas con nuestros bronquios. Es mucha la gente que he salvado de esta incómoda situación gracias a tenerlos siempre en mi cartera.
- Aunque en algunos teatros está prohibido consumir bebidas en la sala, nunca dejo una botella pequeñita de agua, del tipo avión, por si me siento deshidratada en un ambiente cerrado y con aire acondicionado o calefacción en los países donde esta se usa. (Esa es una de las causas de los molestosos ataques de tos a los que me refería en el párrafo anterior).
- Una vez ubicado en su locación, acomódese, y según van bajando las luces de la platea, ponga su celular en modo avión, desconéctese de los avatares que trajo consigo su día, deje de agregar cosas a la lista del súper que está elaborando en su cabeza para que mañana no se le olvide nada, y entréguese: déjese llevar por esa verdad ficticia o esa ficción verosímil que es el teatro, y disfrute la magia de estar participando junto a los artistas, de una experiencia irrepetible, porque aunque sea el mismo montaje, la función nunca será la misma.