"En cierto modo, la vida es como el jazz... es mejor cuando improvisas". George Gershwin (1898-1937), compositor estadounidense.
Quienes me conocen saben que en los últimos años he estado intentanto "jazzear" el cancionero dominicano. Junto a los talentosos amigos del grupo Retro Jazz, hemos venido haciendo versiones en swing, blues, samba, bossa, reggae y funk, de un puñado de canciones dominicanas.
Ahora bien, por qué decimos "jazzear" y acudimos a ritmos que no son propiamente de jazz, como la samba, el reggae y en algunos casos recientes, ritmos folklóricos dominicanos como el gagá, el pambiche y el baile de palos?
Tendríamos que empezar por definir lo que es el jazz. Sin embargo, disto mucho de ser etnomusicólogo, sociólogo o historiador de la música. Por consiguiente, no pretendo ahora disertar sobre definiciones académicas del jazz, ni repetir una vez más lo que cualquiera puede encontrar con una simple búsqueda en el internet.
Creo que quienes se tomen el tiempo de leer estas líneas, ya saben que el jazz nació en los Estados Unidos, específicamente en New Orleans, que fue una invención de los esclavos negros, que sus orígenes están ligados al ragtime, que su espina dorsal es el blues, etcétera, etcétera... Ahora bien, la pregunta pertinente es
entonces por qué en la actualidad le llamamos "jazz" a expresiones musicales, artistas y agrupaciones tan disímiles que van desde tríos y cuartetos acústicos con el "line up" tradicional, interpretando canciones que una vez fueron los hits pop de otras épocas (y que ahora llamamos "standards"), hasta agrupaciones como
Yellowjacquets o Snarky Puppy, con sus melodías, armonías y ritmos impredecibles, imposibles de encasillar.
Una muestra que ilustra lo amplio del espectro que el jazz abarca la encontramos en la lista de artistas que se presentan en los más prestigiosos festivales de jazz alrededor del mundo: jazzistas tradicionales, exponentes del "jazz-fusión", destacados "blueseros", grupos de jazz latino, de música africana y muchas otras tendencias.
Pero... ¿qué hace que una pieza a ritmo de salsa pueda catalogarse como jazz latino, o que un merengue se considere "ajazzeado" (para decirlo en buen dominicano)? ¿Cuándo un bolero ha de llamarse "bolero-jazz" o cuándo una canción a ritmo de funk pueda ser considerada jazz?
Hace unas décadas, los teóricos del jazz coincidían en que había varias características claves para que una música se considerara jazz:
• Una cualidad rítmica muy especial conocida como swing
• El papel protagónico de la improvisación
• El tratamiento armónico basado en las disonancias
• Un sonido y un fraseo que reflejan la personalidad musical de cada ejecutante
Por razones obvias, la primera de estas características no puede aplicarse cuando se habla de mezclar el jazz con otros estilos rítmicos. Sin embargo, las otras tres características siguen siendo indispensables para clasificar una música como jazz. A mi juicio, la improvisación es la característica esencial del jazz. Es lo que hace
al intérprete tan importante como el compositor, el arreglista y el orquestador. Pero no cualquier improvisación convierte una pieza en jazz. Recordemos que en la época de la música barroca, la improvisación era muy común. De igual manera, en muchas piezas de rock, hay también improvisación y eso no la hace jazz. En el jazz, la
expectativa es que el solista profundice, extienda el alcance de los cambios armónicos. En otras palabras, no se limite a las notas propias de la armonía de la pieza musical, sino que rete las barreras armónicas de la canción, explorando nuevos territorios sonoros, que necesariamente no fueron previstos por el compositor o por el arreglista.
Eso nos lleva a la otra característica también importante, que es la profundidad armónica que debe tener una pieza de jazz. Cualidad que quizás sea difícil de entender teóricamente para los que no son músicos con formación académica, pero no imposible de apreciar para cualquier persona con un mínimo de oído musical. De todas maneras, aquí va mi
intento de explicar lo que es la armonía musical para los no músicos: la armonía no es más que el efecto sonoro producido por varias notas musicales tocadas simultáneamente, ya sea por un mismo instrumento (como el piano o la guitarra) o por varios instrumentos que tocan diferentes notas al mismo tiempo. Ese efecto sonoro crea a su vez un centro que
es el eje al que los músicos llamamos tono (o tonalidad). En el jazz, la armonía es de suma importancia, pues es el marco de referencia que sirve de punto de partida para las improvisaciones.
Finalmente, y no por eso menos relevante, es la importancia de que la personalidad musical de cada ejecutante se refleja en su manera de tocar. Herb Pomeroy, un legendario profesor de arreglo para Big Band con quien tuve el privilegio de estudiar y quien por un tiempo fuera trompetista solista de la orquesta de Stan Kenton, nos sorprendió en una clase
al confesar que a su juicio la música para Big Band es la menos jazzista de las expresiones del jazz. Según sus palabras, el afán de los directores y arreglistas de que los ejecutantes sacrifiquen su personalidad musical en aras de que las secciones instrumentales suenen lo más homogéneas posibles, sacrifican el sentido jazzístico mismo. Además, al ser
música orquestada, en la que una gran proporción de lo que se toca está previamente escrito, limita la espontaneidad de los músicos, que es el alma y razón de ser del jazz.
En estos tiempos en los que la categorización, clasificación y catalogación de la música es impuesta y lamentablemente no es hecha por músicos sino por "webmasters" y mercadólogos sin ningún tipo de criterio musical, es importante que los amantes de la buena música estemos claros que no todo lo que brilla es oro, y no todo lo que llaman jazz lo es...
Espero haber aportado mi granito de arena.