El
mundo del trabajo está cambiando. Y no hay marcha atrás.
Es una tendencia a nivel mundial que la conectividad global, el teletrabajo, la automatización de procesos, la
Inteligencia Artificial y la capacidad de supercomputación y almacenamiento en la nube son, entre otros factores, hechos de la Cuarta Revolución Industrial, que han empezado a
transformar las necesidades de las empresas al buscar nuevos colaboradores.
Para ser competitivos,
los nuevos trabajadores necesitan nuevas habilidades y una formación diferente y continua a lo largo de su vida laboral. Los departamentos de Gestión del Talento
buscan esos nuevos perfiles.
Los investigadores del
Institute for the Future (IFTF) llevaron a cabo el
informe Future Work Skills 2020, en el cual se analizan cuáles son los
vectores claves que remodelarán el panorama laboral en los próximos 10 años e identifica las habilidades laborales que un trabajador necesitará tener para ser productivo y elegible por una empresa.
Según este estudio,
el futuro laboral se verá modificado por seis ideas-fuerza disruptivas.
Entre los seis ámbitos que moldearán el mercado de trabajo están:
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Viviremos más. Aumenta la esperanza de vida en el mundo y, con ello, nuestra vida laboral se alarga, propiciando cambios en el desarrollo de carrera: los trabajadores deberán estar siempre aprendiendo para ir con el ritmo de los tiempos.
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Automatización y sistemas inteligentes. El lugar de trabajo será cada vez más automatizado y los oficios y posiciones de tareas rutinarias y repetitivas tenderán a ser sustituidos por máquinas.
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La consolidación de un mundo computacional. El mundo será, en todas sus facetas, un sistema programable, con más y más sensores que captarán todos nuestros movimientos, conversaciones e incluso pensamientos, en favor de un poder de procesamiento cada vez más ilimitado, para lo cual es vital avanzar en los aspectos éticos de esta cuarta revolución industrial.
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Nuevos ecosistemas de medios de comunicación. La gente debe seguir alfabetizándose digitalmente para aprender a distinguir la información relevante y de valor en cada contexto, desechando los datos confusos y sabiendo distinguir la verdad de la mentira. Es necesario avanzar en la reducción de la brecha digital, para evitar ciudadanos de primera y de segunda clase.
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Organizaciones superestructuradas. Las tecnologías sociales movilizarán nuevas formas de producción y creación de valor, como la cocreación, el diseño de productos centrado en el cliente, la gestión del conocimiento en red o el conocimiento y aprovechamiento de los nuevos medios.
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Un mundo globalmente conectado. La interconexión entre personas es mundial y eso obliga a las organizaciones a asumir, como enfoque central de sus estrategias y operaciones, los valores de la diversidad y la adaptabilidad al cambio permanente. Un trabajador compite con el resto de trabajadores del mundo, no ya los de un país. La colaboración virtual se volverá la norma.
Estas tendencias de cambio conllevan
nuevas habilidades para los profesionales.
Entre ellas, deben estar alfabetizados en los “nuevos" medios, con
capacidad crítica para evaluar, desarrollar y comunicar contenidos persuasivos y con significado; tienen que moverse en un entorno multidisciplinario, entendiendo conceptos de disciplinas variadas y más o menos convergentes.
Su bagaje les permite contar con
inteligencia social para conectar de forma profunda y directa con los demás, estimulando en ellos las reacciones que desean. Y lo hacen en diferentes culturas, porque tienen competencias transculturales.
Además, los nuevos profesionales son personas con un
pensamiento adaptable a las circunstancias, no basado en reglas inamovibles, lo que les permite encontrar soluciones más eficientes. Piensan también como las computadoras, porque son capaces de
simplificar grandes cantidades de datos y traducirlos a conceptos abstractos.
Cuentan con una
mentalidad orientada al diseño, piensan visualmente; para eso, saben también cómo aprovechar herramientas y técnicas que les permiten filtrar la información y discriminar lo importante de lo que no lo es. Al mismo tiempo, sacan el
máximo provecho a la colaboración y a la capacidad de
trabajo en equipo, ya sea presencial o remoto.
La hora de lostrabajadores
knowmad
En este nuevo contexto laboral que se está conformando y tomando en consideración estas habilidades profesionales, toma cada vez más fuerza la figura del
trabajador
knowmad, un nuevo perfil profesional, cuyo valor añadido es su manejo del conocimiento.
El investigador de la Universidad de Minnesota
John Moravec acuñó este neologismo formado por las palabras inglesas
know (saber) y
nomad (nómada) para definir el rol de este nuevo perfil de trabajador.
Más que una profesión en concreto,
ser un
knowmad es tener la actitud adecuada ante estos cambios. Y ese es
el tipo de talento que requerirán las empresas cada vez más.
Aunque suelen ser personas que se encuentran actualmente entre los 27 y los 35 años, no necesariamente esta actitud se limita a los
millenials. Hay generaciones anteriores o posteriores con la misma mentalidad de
“nómada del conocimiento".
Los
knowmads son personas que desempeñan trabajos o emprendimientos relacionados con la creatividad y la resolución de problemas; son
gente empática, asertiva y apasionada, con una mirada global del mundo. Obviamente, tienen un
sesgo favorable a la tecnología y a los cambios que impone, siendo muy conscientes de los límites de las máquinas y
las cuestiones éticas que conlleva la
transformación digital. No necesariamente se atan a una sola empresa, sino que pueden colaborar con varias o en varios proyectos simultáneamente.
¿Pero
qué se necesita para ser un nómada del conocimiento y no quedar rezagado en el desarrollo de la carrera profesional?
Hay una serie de
competencias que todo
knowmad posee o puede desarrollar y que le permitirá construir el perfil laboral que demandan y demandarán las organizaciones en la nueva era.
Competencias del
knowmad:
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Es creativo e innovador. Aborda un problema complejo de forma creativa, pensando fuera de la caja, aportando innovación en todo el proceso y presentando soluciones concretas y simples. Es un motor de generación de ideas y proyectos.
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Le gusta aprender continuamente. Sabe que en un entorno innovador el conocimiento se queda rápidamente obsoleto y por ello entiende que debe aprender siempre, cada día, a lo largo de su vida laboral. Aprender para este perfil profesional significa también desaprender viejos procesos que ya no aportan valor.
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Es un gestor del conocimiento. Tiene la capacidad de discernir y filtrar la información útil para un proyecto y transformarla en conocimiento de valor. Esta capacidad la aportan también en sus redes, porque comparten el conocimiento para seguir generando nuevas ideas.
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No tiene fronteras. Para este perfil profesional no hay distancias físicas ni barreras. Viven y trabajan conectados y en red. La tecnología le permite mantener relaciones y contactos con personas de cualquier lugar del mundo. Su visión es global antes que local, aunque se adapta a cada contexto.
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Siente pasión por su trabajo. Es consciente de que gran parte de su vida está ocupada por el ámbito laboral y, por eso, elige trabajar en organizaciones o proyectos donde pueda
amar lo que hace. Tiene la necesidad de aportar a la sociedad a través de su trabajo. Y si pierde ese vínculo, cambia de empleo.
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Es responsable y proactivo. Asume su rol en los proyectos que inicia y crea las circunstancias propicias para lograr su propósito. No espera a que las circunstancias lleguen, es
proactivo. Actúa de forma demandante y asertiva para alcanzar sus metas.
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Muy conectado a las personas. Entiende muy bien que, para lograr sus objetivos, necesita de otros, así que tiene bien desarrolladas sus
habilidades blandas: comunicación, empatía, asertividad, gestión del conflicto. Le gusta liderar equipos y movilizarlos para una causa.
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Nativo digital o alfabetizado digitalmente. Vive la tecnología en todas las facetas de su vida, integrada con naturalidad. Conoce su potencial y lo aprovecha, tanto para su vida personal como profesional. Aprende y evoluciona al
ritmo de la transformación digital.
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Crea redes. Así como le gusta estar conectado a las personas, este perfil busca conectar entre sí a esas personas y seguir
ampliando su red de contactos. Busca siempre que esas conexiones le aporten valor y pueda aprender de ellas. Crea canales que ayudan a las personas a descubrir, transformar y compartir el conocimiento.
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Es flexible. Es alguien capaz de
adaptar su conducta a diferentes entornos y culturas, comprendiendo que lo que funciona en un contexto no tiene por qué hacerlo en otro. Comprende que el mundo es líquido y que la única cosa constante es el cambio.
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Tolera la frustración. Es consciente de que
el fracaso aporta valor y forma parte de su capacitación continua. No se frustra ante el revés de un proyecto. Por el contrario, aprende de situaciones fallidas y asume el riesgo de iniciar nuevas iniciativas para volver a intentarlo, sin miedo.
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Tiene un propósito vital. Igual que necesita trabajar en algo que le apasione, también necesita dar cabida al propósito de su vida, porque sabe que
puede aportar y mejorar la sociedad y que tiene el potencial para hacerlo.
De todas estas competencias y habilidades, ¿cuáles posees y cuáles debes desarrollar y potenciar para ser competitivo laboralmente?